Cuento de Bryton McClure (por Julius Erving):
Érase una vez una serie de enredo afroamericano de principios de los noventa. En eso que un niño, llamado Richie, tenía la cabeza más desproporcionada del planeta y se movía por Michael Jackson. Su papel era secundario, pero jamás le olvidaremos, no con ese tarro. El actor californiano se llamaba Bryton McClure y su melenita rizada era de lo más repulsivo, casi tanto como los comentarios de la que hacía de abuela Loreta o como se llamara la madre de Roy Orbison. Pero el niño creció y, por suerte para él, más o menos la cabeza esperó al cuerpo y llegó a una cosa decente, aunque tiene boca para cinco o seis. Y ahora, el cuerpecito pegado a una mocha como un Panther israelí, ha cumplido veintiún añitos y es todo un cantante o rapero y ha salido en alguna serie no financiada por el KKK. Todos esperan los nuevos proyectos de esta promesa americana de la actuación. Fin.
Érase una vez una serie de enredo afroamericano de principios de los noventa. En eso que un niño, llamado Richie, tenía la cabeza más desproporcionada del planeta y se movía por Michael Jackson. Su papel era secundario, pero jamás le olvidaremos, no con ese tarro. El actor californiano se llamaba Bryton McClure y su melenita rizada era de lo más repulsivo, casi tanto como los comentarios de la que hacía de abuela Loreta o como se llamara la madre de Roy Orbison. Pero el niño creció y, por suerte para él, más o menos la cabeza esperó al cuerpo y llegó a una cosa decente, aunque tiene boca para cinco o seis. Y ahora, el cuerpecito pegado a una mocha como un Panther israelí, ha cumplido veintiún añitos y es todo un cantante o rapero y ha salido en alguna serie no financiada por el KKK. Todos esperan los nuevos proyectos de esta promesa americana de la actuación. Fin.
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